Mucho se ha hablado acerca de la posible relación entre la aparición de venas varicosas y la obesidad. Sin embargo, no ha sido hasta hace relativamente poco cuando se ha podido dar una respuesta segura a esta pregunta. Una cuestión que, no obstante, no está exenta de particularidades y que es necesario analizar caso por caso antes de darla por buena en todas las ocasiones que se estén tratando a pacientes con varices.
¿Hasta qué punto puede influir el sobrepeso en la aparición de varices? ¿Pueden agravar el problema? Te sacamos de dudas.
Las varices son la consecuencia de un retorno venoso deficiente. Ocurren cuando la sangre que circula por las venas de determinadas partes del organismo no tiene la capacidad suficiente como para retornar a la parte principal del sistema circulatorio y provocan hinchazón en determinadas venas, que acaban siendo las famosas varices. Una variz es una vena inflamada que puede producir dolor y sensación de presión en determinadas posturas y que debe ser tratada para no menguar la calidad de vida de quien las padece.
Las varices suelen aparecer en el tren inferior el cuerpo, el más expuesto a las consecuencias de la gravedad y el que rara vez adopta una postura invertida para facilitar el retorno venoso de la sangre de las piernas. Por eso, se dice que colocar las piernas boca arriba es una buena manera de prevenir la aparición de venas varicosas, ya que no se formarían tan rápidamente los surcos que tienden a provocar la acumulación de sangre y dificultan su regreso en dirección contraria hacia el tren superior del cuerpo.
El hecho de que el peso del cuerpo sea mayor no hace más que dificultar la capacidad del sistema circulatorio para trabajar con la mayor eficiencia posible. Esto se debe a varios factores: para empezar, una persona con obesidad suele tener unas necesidades alimentarias distintas y la cantidad y calidad de su dieta pueden influir en el estado en el que se encuentren sus venas.
Si estas presentan unos valores de glucosa o colesterol demasiado altos, la capacidad del sistema circulatorio para permitir el regreso de la sangre se verá comprometida. Eso, unido a que un mayor peso corporal limita más la movilidad y provoca un aumento de la presión que el propio peso ejerce sobre las piernas, que son el principal sostén del cuerpo, puede fomentar la aparición de venas varicosas en las extremidades inferiores.
También es importante mencionar que diversos estudios han establecido una relación entre los géneros, ya que establece que las formas más graves de venas varicosas tienen una incidencia mayor en mujeres que en hombres en el caso de que exista sobrepeso.
La obesidad aumenta hasta en siete veces el riesgo de padecer varices en las piernas y los pies. Hay otros factores que pueden propiciar su aparición, como un embarazo, pero es el estilo de vida sedentario, la sobreexposición de las articulares a diferentes tipos de presión, la presencia de grasa acumulada asociada a la celulitis y la musculatura poco desarrollada la que más puede desencadenar un problema de este tipo.
La grasa es la principal enemiga de las varices, ya que esta ejerce presión sobre las venas y sus válvulas y dificulta el bombeo de sangre hacia el corazón. Las válvulas de las venas de las extremidades inferiores son importantes porque impiden que la sangre fluya hacia atrás, haciendo que se reparta por toda la pierna.
Pero si existe más peso, la presión que tienen que soportar piernas y pies es mayor, como así lo será el problema de las venas varicosas. La tensión aumentará en las piernas, las válvulas acabarán fallando y la sangre empezará a acumularse, haciendo que las venas se dilaten y acaben siendo varices.
Hay que tener en cuenta también que la obesidad predispone a quien la sufre a padecer estreñimiento y distensión abdominal, algo que influye negativamente en el retorno venoso y fomenta la aparición de varices. Y apunta esto también: el exceso de grasa puede disimular algunas venas varicosas, haciendo que las que se podían ver a simple vista queden disimuladas bajo la piel y que solo te percates de su presencia cuando se ulceren o presenten algún otro tipo de complicación.
Pero, así como el sobrepeso y la obesidad pueden facilitar la aparición de varices, la pérdida de peso puede influir positivamente y ayudar a evitar que acaben apareciendo. Controlar el peso es de gran ayuda para mejorar la situación del retorno venoso, y la actividad física puede ayudar no solo a reducir la cantidad de grasa acumulada en el organismo, sino a acelerar el retorno de la sangre al corazón y mejorar la situación del sistema circulatorio, algo fundamental para evitar complicaciones en el futuro con las varices.
Es muy recomendable acudir a un especialista en cuanto se detecten las varices, ya que las venas varicosas solo son dolorosas en estados avanzados del proceso. Al principio, las varices presentan un aspecto muy peculiar que las hace fácilmente reconocibles, pero una variz nunca desaparece por sí misma: siempre va a ir a más mientras no se trate tanto a ella como a las causas que han fomentado su aparición.
A día de hoy, existen varias alternativas para atajar de raíz el problema que suponen las venas varicosas. Uno de los tratamientos más modernos es la escleroterapia con espuma, un tratamiento muy poco invasivo, indoloro y muy eficaz para tratar las varices. Esta microespuma, elaborada a base de polidocanol, se inyecta directamente en las varices y es utilizada cuando al organismo le es difícil garantizar el adecuado regreso de la sangre al tren superior del cuerpo.
Esta microespuma presenta una ventaja añadida, y es que no requiere de incisiones ni p´çerdidas de tejido, lo que agiliza enormemente la recuperación del paciente y resulta mucho menos incómodo.