Las varices, o venas varicosas, se producen por un retorno deficiente de la sangre en puntos localizados del sistema circulatorio de las extremidades inferiores. Es un problema médico que lleva asociados unos síntomas y que pueden tratarse de manera eficaz acudiendo a un especialista.
Sin embargo, como toda dolencia, la patología varicosa puede llevar a sufrir complicaciones de las varices en las piernas y, si no se llegasen a tratar, en otras partes del cuerpo. A su vez, pueden estar relacionadas con otro tipo de lesiones de los tejidos del sistema circulatorio que conviene conocer. Para evitar llegar a este extremo, es esencial que se traten lo antes posible y que se combata la causa que ha propiciado su aparición.
Una variz es la manifestación de una vena inflamada. Esta vena recibe el nombre de vena varicosa, y es representativa de un problema de retorno sanguíneo propiciado por una mala postura, por malos hábitos alimenticios que hayan tenido repercusiones negativas en el sistema circulatorio o por sobrepeso, un factor determinante que puede agravar el problema de las varices.
Pero también entra en juego el factor hereditario que, como en tantas otras patologías, tiene mucho que decir. De hecho, incluso en personas con estilos de vida saludables es posible que las varices acaben haciendo acto de presencia, por lo que conviene acudir cuanto antes al médico en caso de detectar dolor o inflamación en las extremidades inferiores.
El nombre técnico que suele causar la aparición de varices se denomina bipedestación prolongada; esto es, permanecer de pie durante periodos de tiempo demasiado amplios. Esto lo que ocasiona es una sobrecarga en el sistema circulatorio de las extremidades inferiores, lo que acaba provocando que el retorno de sangre sea deficiente.
Una patología varicosa puede empeorar con el tiempo y causar ciertas complicaciones que deben ser igualmente tratadas. La tromboflebitis (formación de coágulos en una variz) y la varicorragia (rotura venosa) son dos de las principales complicaciones de las varices, aunque la evolución suele ser positiva en caso de ser tratadas rápidamente, ya que la eficacia de los tratamientos es mayor cuanto menor sea el tiempo transcurrido desde la lesión.
No obstante, existe un riesgo de embolia pulmonar si la tromboflebitis no es tratada, ya que, si el coágulo no se extrae, este podría trasladarse al sistema venoso profundo, algo que ocurre aproximadamente en el 15% de las veces.
La trombosis venosa está considerada como enfermedad grave, precisamente por los riesgos asociados que pueden provocar el padecimiento de una embolia pulmonar. También se han descrito casos extremos en los que es posible sufrir secuelas posflebíticas al nivel de extremidades.
La principal característica de una trombosis venosa es la formación de un coágulo hemático en el interior de una vena. La principal causa de que se produzcan es el enlentecimiento de la sangre, que propicia el aglutinamiento de glóbulos rojos y la formación del coágulo.
Es muy frecuente que se produzca lo que se denomina el “signo de la pedrada”, una señal de dolor súbita que se siente como si una pequeña piedra hubiese golpeado la zona próxima a los gemelos. Puede ir asociada a la aparición de dolor, sensación de tirón, pellizcos e incluso puede causar febrícula.
No tiene por qué aparecer en personas con varices previas. De hecho, es relativamente frecuente que se dé en personas aparentemente sanas que no hayan detectado los signos de las venas varicosas. Cuando sucede en las extremidades superiores, los síntomas se trasladan al tronco, en lo que se denomina el Síndrome de Paget Schroetter, nombre con el que se conoce a la trombosis venosa axilo-subclavia.
El tratamiento es importante en todas las formas de la trombosis por las potenciales complicaciones que pueden producirse. Es más, diversos estudios realizados en Francia alertan de que entre el 10 y el 20 por cien de las trombosis que se producen debajo de la rodilla pueden complicarse con una embolia si no son tratadas, un porcentaje que se eleva al 50% en las trombosis que se producen a nivel del muslo y la cadera.
Para acertar con el diagnóstico, es indispensable hacer un estudio mediante Eco-Doppler. Se estima que aproximadamente en la mitad de casos en los que se sospecha de la aparición de una trombosis se obtiene un resultado inexacto, bien por falsos positivos o falsos negativos. El Eco-Doppler es de gran ayuda a la hora de obtener un diagnóstico más exacto, y se ha consolidado como una prueba determinante en pacientes que sufren de complicaciones de las varices.
A pesar de que el sistema circulatorio es el principal afectado por la aparición de varices y trombos derivados, las que hemos descrito no son las únicas complicaciones que pueden aparecer asociadas a las venas varicosas.
La piel es donde más se manifiestan los cambios que experimenta el cuerpo, tanto a nivel físico como emocional. Por eso, muchas dolencias se somatizan en la piel a través de urticaria, descamación y aparición de rojeces y otras placas.
Estas alteraciones deben ser tratadas en paralelo a las propias varices, ya que los problemas de la piel tienden a cronificarse pese a que existen remedios eficaces para hacer frente a dermatitis, esclerosis y úlceras.
Estos tres son los principales estados que delatan la presencia de alteraciones asociadas a las varices. La dermatitis puede ser de tipo infeccioso y presenta normalmente eccemas, que pueden ir desapareciendo con el uso recurrente de lociones y champús.
Si las primeras fases de la dermatitis no son tratadas, es posible que empiece a aparecer algún síntoma asociado a la esclerosis dermo-hipodérmica. Es la antesala de la úlcera y vaticina su aparición, por lo que es indispensable obtener atención médica. En caso de que llegase a producirse una úlcera varicosa, serán necesarios varios días de inspección y tratamiento para determinar la mejor solución.