Las varices se muestran como unas venas hinchadas y de aspecto retorcido que pueden tener un color tanto azulado como amarronado. Estas suelen aparecer bajo la piel de algunas personas en cualquier parte del cuerpo. Sin embargo, lo más frecuente es que aparezcan en las piernas.
Estas se producen por un fallo en las válvulas de algunas venas. Es decir, aunque, normalmente, las venas sanas se encargan de transportar la sangre a través de todo nuestro organismo, puede ocurrir que algunas de ellas no puedan ejercer la suficiente fuerza a través de estas válvulas. Esto provoca que la sangre no pueda circular de una manera correcta.
Como resultado, se produce un estancamiento en el flujo sanguíneo en que las venas se dilatan y crecen de tamaño hasta hacerse palpables. De esta manera adquieren su color azul o amarronado característico. En este momento es cuando decimos que hay varices.
Llegado a este punto, las piernas pueden doler, picas o volverse pesadas, entre otros signos. E incluso pueden darse complicaciones, como trombosis si no se aplica el tratamiento adecuado a su debido tiempo.
Por eso, el tratamiento más común para eliminar el problema que suponen las varices para la salud de muchas personas, es realizar una cirugía para eliminarlas. Esta puede solucionar el problema en su mayor parte. Sin embargo, en ocasiones, tras la operación pueden surgir algunos síntomas que preocupan a muchas personas. Por ello, a través de este artículo te vamos a mostrar qué signos pueden aparecer tras la intervención quirúrgica.
La operación de varices y el tratamiento más habitual es la safenectomía o fleboextracción completa, que se puede realizar tanto con bisturí como con láser. Este tratamiento consiste en extirpar las venas safenas internas o externas, que son las que mayores problemas suelen ocasionar a las personas que tienden a desarrollar varices.
Para llevar a cabo este procedimiento, el especialista debe realizar una pequeña incisión en la ingle y otra en la parte inferior de la pierna: en la zona de la rodilla o en el tobillo. En este momento, la vena restante, que se sitúa en la ingle, se debe ligar para evitar el sangrado y, posteriormente, se introduce un cable delgado y flexible -el fleboextractor- que permite extraer la vena afectada por la incisión.
La extracción de la misma se hace por la incisión inferior, que se ha hecho en la rodilla o en el tobillo. Es un procedimiento bastante sencillo de, aproximadamente, 45 minutos. Es una cirugía que se considera mínimamente invasiva, pero que proporciona grandes resultados, ya que la variz no puede aparecer de nuevo.
Tras la operación de varices, el postoperatorio, como mucho, requiere de un ingreso hospitalario durante las primeras 24 horas. Este tiempo es el suficiente para que el personal sanitario valore la evolución del paciente y descarte problemas tempranos. El tiempo de recuperación, eso sí, es un poco lento, que suele variar entre las 2 y las 4 semanas en función de la gravedad de las varices. Sin embargo, con los cuidados adecuados, podrás hacer, más o menos, vida normal desde el segundo día de postoperatorio.
Tras la operación de varices y su recuperación, tu cirujano/a te dará unas pautas a seguir. Entre ellas, se encuentra el uso de una malla compresiva durante las primeras 4 semanas de postoperatorio. También deberás mantener una correcta higiene y cuidado de las heridas utilizando un buen gel antiséptico y secar la zona afectada con toalla.
Deberás mantener las piernas elevadas y colocar hielo cada 20-30 minutos para que la sangre pueda circular mejor. Manteniendo una buena alimentación, haciendo pequeños paseos y tomando la medicación adecuada para el dolor, al cumplirse las 4 semanas la persona suele recuperarse por completo.
Sin embargo, a lo largo del proceso de recuperación pueden aparecer algunos síntomas después de una operación de varices que pueden preocupar al paciente. Entre ellos, puede aumentar la temperatura de la zona en que se ha realizado la intervención. Pueden aparecer hematomas y durezas en la pierna, así como un dolor bastante molesto e hipersensibilidad.
También puede ocurrir que la piel de la pierna cambie temporalmente de color, se pueden hinchar los pies y se puede notar cierta limitación en el movimiento de las extremidades inferiores. Por último, diremos que también se puede producir un leve sangrado durante los primeros días. Si tienes alguno de estos síntomas, no debes preocuparte, ya que son muy habituales en este tipo de cirugías. Con el paso del tiempo, suelen ir desapareciendo poco a poco hasta la recuperación total.
Como en cualquier otra operación, durante el postoperatorio de las varices en las piernas es recomendable estar alerta y consultar con tu especialista si pasados unos días desde la operación sientes que la zona intervenida presenta inflamación o enrojecimiento. Asimismo, si sientes quemazón o dolor importantes en la zona, así como pus o sangrado excesivo, es necesario acudir a un centro sanitario.
También debes consultar con tu especialista si pasadas unas semanas del posoperatorio de las varices en las piernas, la zona intervenida no mejora, si aparece fiebre. También debes estar alerta si aparecen dolores intensos, grandes hinchazones o si pierdes la sensibilidad de la zona intervenida.
La aparición de estos signos de alarma es algo muy poco frecuente. Sin embargo, todos ellos pueden ser signos de que está empezando a desarrollarse una infección. Y, en estos casos, es necesario que tu especialista revise tu caso y te facilite el tratamiento adecuado para una correcta recuperación antes de que los síntomas empeoren.
En cualquier caso, si te has sometido a una operación de varices, o piensas someterte a esta cirugía, échale un vistazo a nuestro artículo Ejercicios tras una operación de varices: los más recomendables.
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